Capítulo 2: El método de Marx

Posted by SOCIALISMO REVOLUCIONARIO On lunes, 25 de agosto de 2008 0 comentarios

Habiendo definido la ciencia como el conocimiento de los fenómenos objetivos de la naturaleza, el hombre ha tratado terca y persistentemente de excluirse a sí mismo de la ciencia, reservándose privilegios especiales bajo la forma de pretendidas relaciones con fuerzas suprasensibles (religión) o con preceptos morales eternos (idealismo). Marx privó al hombre definitivamente y para siempre de esos odiosos privilegios, considerándolo como un eslabón natural en el proceso evolutivo de la naturaleza material; al considerar a la sociedad como la organización para la producción y la distribución; al considerar al capitalismo como una etapa en el desarrollo de la sociedad humana.


La finalidad de Marx no era descubrir las “leyes eternas” de la economía. Negó la existencia de semejantes leyes. La historia del desarrollo de la sociedad humana es la historia de la sucesión de diversos sistemas económicos, cada uno de los cuales actúa de acuerdo con sus propias leyes. El pasaje de un sistema al otro ha sido determinado siempre por el aumento de las fuerzas productivas, es decir, de la técnica y de la organización del trabajo. Hasta cierto punto, los cambios sociales son de carácter cuantitativo y no alteran las bases de la sociedad, es decir, las formas dominantes de la propiedad. Pero se alcanza un nuevo punto cuando las fuerzas productivas maduras ya no pueden contenerse más tiempo dentro de las viejas formas de la propiedad; entonces se produce un cambio radical en el orden social, acompañado de conmociones. La comuna primitiva fue reemplazada o complementada por la esclavitud; la esclavitud fue sucedida por la servidumbre con su superestructura feudal; el desarrollo comercial de las ciudades llevó a Europa, en el siglo XVI, al orden capitalista, el que pasó inmediatamente a través de diversas etapas. Marx no estudia en El Capital la economía en general, sino la economía capitalista, con sus leyes específicas propias. Solamente al pasar se refiere a otros sistemas económicos con el objeto de poner en claro las características del capitalismo.


La economía de la familia campesina primitiva, que se bastaba a sí misma, no tenía necesidad de una economía política, pues estaba dominada por un lado por las fuerzas de la naturaleza y por el otro por las fuerzas de la tradición. La economía natural de los griegos y romanos, completa en sí misma, fundada en el trabajo de los esclavos, dependía de la voluntad del propietario de los esclavos, cuyo “plan” estaba determinado directamente por las leyes de la naturaleza y de la rutina. Lo mismo puede decirse también del régimen medieval con sus siervos campesinos. En todos estos casos las relaciones económicas eran claras y transparentes en su estado bruto, por así decirlo. Pero el caso de la sociedad contemporánea es completamente diferente. Ha destruido las viejas relaciones de la economía cerrada y los modos de trabajo del pasado. Las nuevas relaciones económicas han relacionado entre sí a las ciudades y las aldeas, a las provincias y las naciones. La división del trabajo ha abarcado a todo el planeta. Habiendo destrozado la tradición y la rutina, esos lazos no se han compuesto de acuerdo con algún plan definido, sino más bien independientemente de la conciencia y de la previsión humanas. La interdependencia de los hombres, los grupos, las clases, las naciones, consecuencia de la división del trabajo, no está dirigida por nadie. Los hombres trabajan los unos para los otros sin conocerse entre sí, sin conocer las necesidades de los demás, con la esperanza, e inclusive con la seguridad, de que sus relaciones se regularán de algún modo por sí mismas. Y esto es lo que sucede, más bien, es lo que sucedía en otros tiempos.


Es completamente imposible buscar las causas de los fenómenos de la sociedad capitalista en la conciencia subjetiva, en las intenciones o planes de sus miembros. Los fenómenos objetivos del capitalismo fueron reconocidos antes de que la ciencia se haya dedicado a estudiarlos seriamente. Hasta hoy día la mayoría de los hombres nada saben acerca de las leyes que rigen a la economía capitalista. Toda la fuerza del método de Marx reside en su acercamiento a los fenómenos económicos, no desde el punto de vista subjetivo de algunas personas, sino desde el punto de vista objetivo del desarrollo de la sociedad en su conjunto, del mismo modo que un hombre de ciencia que estudia la naturaleza se acerca a una colmena o a un hormiguero.


Para la ciencia económica lo que tiene una importancia decisiva es lo que hacen los hombres y cómo lo hacen, no lo que ellos piensan con respecto a sus actos. En la base de la sociedad no se hallan la religión y la moral, sino los recursos natulares y el trabajo. El método de Marx es materialista, pues va de la existencia a la conciencia y no en el orden inverso. El método de Marx es dialéctico, pues observa cómo evolucionan la naturaleza y la sociedad y la misma evolución como la lucha constante de las fuerzas antagónicas.

0 comentarios to Capítulo 2: El método de Marx

Advertisement