El ejército de reserva industrial forma parte indispensable del mecanismo social del capitalismo, tanto como la reserva de máquinas y de materias primas en las fábricas o como el stock de productos manufacturados en los almacenes. Ni la expansión general de la producción ni la adaptación a los flujos y reflujos del ciclo industrial serían posibles sin una reserva de fuerza de trabajo.
De la tendencia general de desarrollo del capitalismo -el aumento del capital constante (máquinas y materias primas) en detrimento del capital variable (fuerza de trabajo)- Marx saca la siguiente conclusión: “Cuanto mayor es la riqueza social, y mayor es la masa de sobrepoblación consolidada [...] tanto mayor es el ejército industrial de reserva, tanto mayor es la pauperización oficial. Esta es la ley general absoluta de la acumulación capitalista”. Esta tesis, unida indisolublemente con la “teoría de la miseria creciente” y denunciada durante muchos años como “exagerada”, “tendenciosa” y “demagógica”, se ha convertido ahora en la imagen teórica irreprochable de la realidad.
El actual ejército de desocupados ya no puede ser considerado como un “ejército de reserva”, pues su masa fundamental no puede tener ya esperanza alguna de volver a encontrar trabajo; por el contrario, está destinado a ser engrosado con una afluencia constante de nuevos desocupados. La desintegración del capitalismo ha traído consigo toda una generación de jóvenes que nunca han tenido un empleo y que no tienen esperanza alguna de conseguirlo. Esta nueva subclase entre el proletariado y el semiproletariado está obligada a vivir a expensas de la sociedad.
Se ha calculado que en el curso de nueve años (1930-1938) la desocupación ha privado a la economía de Estados Unidos de más de 43 millones de años de trabajo humano. Si se considera que en 1929, en la cima de la prosperidad, había dos millones de desocupados en Estados Unidos y que durante esos nueve años el número de trabajadores potenciales ha aumentado hasta cinco millones, el número total de años de trabajo humano perdido ha tenido que multiplicarse. Un régimen social afectado por semejante plaga se halla enfermo de muerte. La diagnosis exacta de esa enfermedad fue hecha hace cerca de ochenta años, cuando la enfermedad misma no era más que un germen.
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